19 abr 2010

"Que sepa ser buen viejo"

Admiro a los "viejos", a la gente anciana, que ha tenido la oportunidad de llegar a viejo en su vida, creo que es el premio de todo ser humano que soñamos con la vida, que amamos la vida. Un día sin querer llegó a mis manos esta oración, en realidad no tengo idea de quién, pero me gustó, y si algún dia yo llego a vieja, déjame ser así, no quites la sonrisa ni la risa de mi rostro.
Pienso en tí padre mío, que a tus noventa y un años aún mantienes esa sonrisa que me cambia la vida, ese ánimo de querer seguir viviendo. Desde que supe de tu caída, mi corazón no es el mismo, tengo miedo, miedo de que un día no veré mas aquella mirada pura de tus ojos azulinos, tengo miedo de no escucharte nunca mas, de no verte nunca mas, de no sentirte nunca mas...si, tengo mucho miedo, no estoy preparada para tu partida, eres mi fuerza, lo que me estímula a seguir. Tu carita no se sale de mi pensamiento...Cómo poder echar el tiempo para atrás, y con la sabiduría de hoy no cometer los errores de juventud.
Esta oración va dedicada a tí, creo que así ha sido tu vejez y por ello doy gracias a Dios, dedicado a mi gran amigo de siempre, de toda mi vida...a mi padre.

Señor,
que has dividido la vida del hombre en etapas
y que has hecho la vejez;
no permitas que yo me convierta en uno de esos viejos gruñones,
siempre dispuestos a denigrar,
a protestar, a gruñir, a refunfuñar,
que se entristecen a sí mismos
y resultan insoportables a los demás.

Consérvame la sonrisa
y la risa aunque muestre mi boca desdentada o mis dientes postizos.
Consérvame el sentido del humor,
que sabe poner las cosas, las personas -y a mí mismo- en su justo lugar,
que nos permite reírnos de nuestros propios males y
transformar nuestras penas en objeto de simpáticas bromas.

Haz de mí, Señor,
un viejo sonriente,
que no pudiendo ya dar grandes cosas a mis hermanos,
les dé, al menos, un poco de alegría.
Señor,
que has plantado en mi pecho un corazón de carne para amar y ser amado,
un corazón semejante al Corazón traspasado de tu Hijo,
no permitas que me convierta en un viejo egoísta,
acurrucado y encapsulado sobre mí pequeño yo,
encerrado en mis limitaciones como entre cuatro paredes,
azarado continuamente por el temor de lo que me falta,
de lo que me puede faltar y de las corrientes de aire.

Consérvame un corazón abierto,
y unas manos dispuestas a apretar otras manos
y a abrirse para dar.


En mi silencio padre mío te admiro, admiro esa facilidad que aun tienes para leer, para comerte con tus ojos hermosos esa cantidad de letras que trae cada libro que cae en tus manos, esa facilidad de sonreir aunque sientas que el paso del tiempo se ha quedado adolorido en tus rodillas, que a veces ya no dan para poder sostenerte y seguir caminando.

Te amo padre.

La foto cuando mi padre arreglaba el palo de la bandera, la ponía, amaba su bandera.




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