No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, amor no llegas tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.
viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde,
y ni siquiera entonces el amor llega tarde.
No, yo no diré nunca qué noche de verano
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
la delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.
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Canción de búsqueda
Todavía
te busco mujer que busco en vano,
mujer que
tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte
nunca cuando extendí la mano
y sin que
me escucharas cuando dije: "te quiero..."
Y, sin embargo,
espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega
el otoño, y espero todavía:
De lo que
fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo
soñando que he de encontrarte un día.
Y quizás, en
la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin
te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender,
de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece
menos que lo que llega tarde.
Y sentiré en
el fondo de mis manos vacías,
más allá
de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad
de las horas convirtiéndose en días
y el horror
de los días convirtiéndose en años...
Pues quizás esté
mustia tu frente soñadora,
ya sin
calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no
decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,
seguiré
mi camino, murmurando: "Era ella..."
José Ángel Buesa:
José Ángel Buesa fue un poeta cubano nacido en el año 1910 y fallecido en 1982. Su vocación por la poesía despertó cuando era un niño y en pocos años su dedicación a la escritura fue equivalente a la de
una persona adulta. Al poco tiempo de haber completado sus estudios
secundarios, se mudó a La Habana; allí se unió a las agrupaciones
poéticas del momento y comenzó a dar a conocer sus creaciones,
recibiendo una respuesta positiva por parte de los lectores. La segunda parte de su vida lo vio en un exilio que lo llevó a Europa y acabó en Santo Domingo, donde pasó sus últimos días dictando cátedra en la universidad.
Buesa publicó poemas, entre los que destacan los títulos "La fuga de las horas", "La vejez de Don Juan", "Lamentaciones de Proteo" y "Poemas en la arena". A pesar de que sus obras hayan sido fueron traducidas a varios idiomas,
la crítica no siempre ha sido muy bondadosa con Buesa. Sin embargo, la
mejor manera de conocer a un poeta es a través de la lectura, y para
ello ofrecemos una completa selección de poesías, donde es posible
encontrar "Canción del viaje".
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