29 jul 2013

"Valorar silencios"


Desde que aprendí a valorar los silencios aprendí a respetar las ausencias.
Algún día mis palabras silenciosamente entraran en tu alma para quedarse.
Por ahora, ellas tocan el abismo existente entre tu y yo.
Nada que hacer.
Mucho que decir.
Es mas fuerte la ambición y el orgullo herido,
que la de sentir, perdonar, entregar.
Amar.
Tu mirada no volverá a encontrarse con la mía.
Ni tus labios volverán acariciar los míos.
Llorarás tus silencios y a escondidas
pensarás lo que pudo ser, y no fue.
Cerrarás los ojos haciendome el amor,
amarás el techo al pensar en mi,
y en medio de la gente,
buscarás mi mirada
queriéndome encontrar,
y en medio de tus llamadas
buscarás mi voz.
Respeto tu ausencia
y valoro mis silencios.

Cada uno se irá donde quiera ir.

Te buscaré de noche en mi almohada
oliendo a tí.
Cerraré mis ojos pensando
en lo que pudo ser...
y no fue.

Marcela Opazo Castro
           Autor

La imagen es de un sector muy hermoso ubicado en la V Región, llamado La Laguna, comuna de Maitencillo.

"Por el amor de una mujer"

Mientras el carro del metro  abría y cerraba puertas, me pareció ver  aquella muchacha compañera de juventud.
Aquella que todas las tardes me enviaba un pequeño papel de hoja de cuaderno con algún poema escrito de su puño y letra, desde el último asiento donde se sentaba lo hacía correr hasta el segundo donde me encontraba. Corría el año setenta y siete, ambas estudiantes.  Llamaba la atención por su manera de andar, y a mi, la de  escribir, un tanto solitaria, de pensamientos y vestir poco femeninos, sin una gota de maquillaje en su rostro pálido y ojeroso.  No pasaba inadvertida ante las demas compañeras, costaba mucho sacarle una palabra para acercarnos.   A pesar de conocerla poco con el tiempo la llegué a estimar.  Mas la conocí por sus letras y poemas.  Hasta que al término de esa carrera, me invitó a tomar once. Fue en esa once donde por primera vez compartía conmigo parte de su vida, era fruto nacido de una violación, nunca conoció a su padre,   pormenores de su infancia vividas junto a una tía, idas y regreso a su ciudad sureña.   Su rostro denotaba tranquilidad.   Era rara para el mundo. No me daba cuenta del por que de su rareza, hasta que de a poco palabra tras palabra, dijo estar empezando a enamorarse. Hasta ahi, todo estaba bien, solo que al terminar de golpe y porrazo  larga que sentía un amor diferente hacia una mujer, que esa mujer era muy especial y el estar con ella, le llenaba parte de su vida.
Directamente la bala al corazón.
Díficil momento, va al tocadiscos y pone la canción de Julio Iglesias  "Por el amor de una mujer".
Para ti, murmuró.

Esa fue la última vez que la ví, no asistió a la entrega de títulos.   Nunca mas he sabido de aquella compañera tosca, de mirada frontal y  honesta.

Mientras el metro abría y cerraba las puertas pensaba  ¿que habrá sido de su vida?

Como toda mujer me entró curiosidad de saber que sucedió con ella.

Llegué a buscarla en las paginas de internet, recorri Facebook, Linkedin, Twitter, nada.  Luego sin querer quise escuchar aquella canción en video.

¡Como olvidar tan hermosa canción!.

Son recuerdos que nos unen a través de Julio Iglesias.



A mi compañera de carrera, se la tragó la tierra.

Hoy alguien sin querer pensó en tí.

UtopíasChile

25 jul 2013

"Darte cuenta"


Era una niña cuando me llevaron a ver la pelicula "La pasión de Cristo", con las mejores intenciones de mis padres para conocer esa hermosa sala cinerama Santa Lucía. Aun recuerdo la escena que nunca comprendí, por lo menos tuvieron que pasar varios años para conocer y valorar  su significado. Ver la cara de Jesús diciéndole a su padre por que me has abandonado, quedó en mi retina, el dolor de esa mirada triste en mi cara se llenó de lágrimas.
Quise escapar de mi propia mente para no sentir ese abandono.

Llevo en mi piel  marcas invisibles de miradas sigilosas abandonadas e inocentes de tristeza pura.
Dentro de todas esas miradas, un día me encontré con una.
Mirarle a los ojos me perturbó. Quise alejarme, pero fue mas fuerte.
Había tanto abandono en aquellos ojos apagados, haciéndome participe de una historia de años colmados de soledad silenciosa, maltrato de  pareja detrás de la puerta, sufrimientos ocultos callados imperdonables.
Traspasé la barrera de esa tristeza cargada  de soledad y abandono.
Sentí el miedo en aquella mirada sin brillo, sin dignidad.  No todos los miedos suelen ser iguales, ni tienen la misma intensidad.  Sintió miedo, miedo enfrentar el fracaso de una relación atormentada, miedo a la responsabilidad de los hijos y al que dirán, a no ser capaz económicamente salir adelante, tantos miedos resumidos en uno solo, "miedo al abandono".

Su cabellera de blancas canas  denotaban descuido, vejez.
Su mirada triste.
La miré de frente y a escondidas de manera muda, sufrí el abandono en que se encontraba.
Sentí pena, esa pena de sentirse menospreciada.
Quise asistirla, mirarla, reconocerla, valorarla, devolverle la confianza, permitirle sensibilidad, darle tiempo para el juego, el buen humor que  escondía, el amor incondicional en una amistad real, y lo mas importante, la seguridad de ser mujer.
Me propuse conociera la otra cara de la medalla, ser  feliz, segura, de ojos transparentes contagiando alegría, aquella alegría de vivir bebiéndose gota a gota en un segundo, la vida.
Los días fueron pasando, mis palabras escritas eran su alimento.
Día y noche pendiente del aire que respiraba.
Si vestía de negro, o caminaba lento haciendo sonar sus tacos altos por el medio de la calle.
Su primer llamado telefónico,  era magia  camino al colectivo.
Asi empezó su mundo a vestirse de colores.
Poco a poco resurgía de las cenizas encontradas, palabra tras palabra,
sentimientos de amistad  llenaron  noches vacías.
Las madrugadas volaban buscando la luz del sol,
y sus ojos se iluminaron en la noche mas oscura,
queriendo bajar del cielo con una escalera,  la luna llena.
La pequeña niña abandonada en su mundo se reencontró en escritos.
Empezó a soñar, y querer llevar sus sueños a la realidad.
Su abandono de mujer, fue quedando atrás.
Sus labios volvieron a sonreir.
La vida estaba de vuelta gracias a "esa persona", vestía de colores sus días grises.
La mariposa revoloteaba en su mente caminos desconocidos por conocer.

Descubrió un mundo donde la podían quizás valorar.
Nadó sin saber  contra  la corriente,
sus días oscuros de abandono iban quedando atrás.

Sin importarle que el silencio de aquel despegar dañaría
a quien mas amó,
a quién le devolvió la vida.

El tiempo pasa, todo se lo  lleva.

Llegará el día que darte cuenta de lo sucedido fue un acto de amor, fe y de confianza extrema entre dos almas que se amaron.

Darte cuenta que tu deuda es demasiado grande para olvidar.
Los intereses aumentan cuando no se cancelan.
Darte cuenta que le fallaste a quién decías  amar.

Aquella mariposa sin pensarlo dos veces,  te devolvió a  la vida.


UtopíasChile

La imagen pertenece  a la  costanera de la ciudad de Frutillar. 





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