30 jun 2013

"Mujeres"

 

Yo quise todo de ti, todo. Ese fue mi pecado, trato de sobreponerme, hoy todo esta oscuro, trato de ver la luz, todo perdió sentido, me siento perdida y no logro reaccionar positivamente, es como si el instinto de sobrevivencia se hubiese perdido dentro de la gran pena que siento.

No quise dañarte.

Tus mensajes me huelen a rechazo, pero al enviarlos me demuestras lo contrario, te pregunto que quieres de mi y no respondes.

Me confundes, me asustas y cuando logro superar una pena, viene la siguiente, no he vivido situación parecida en mi vida, no lo tomo superficial, lo tomo con gravedad, no es cosa simple amar a una mujer, menos una como tu, no por nada me enamoré, tenía que ser alguien muy especial, tenías que ser tu y como tu nadie mi amor.

Quiero salir de este sentimiento, en una ocasión te lo plantee y me dijiste que no te interesaba, que amigas podías tener muchas, me dijiste que no querías de mi solo amistad, yo lo creí, ahora estoy navegando en la tiniebla.

¿Que puedo hacer con esta pena que me daña?
Me dices que te he dañado, que he hablado mal de ti. Seguro que en un momento de rabia se puede decir mucho, pero tu sabes lo que siento.
Como crees que me siento luego de construir una relación tan confiada, tan especial, tan cómplice, tan exquisita y luego verla derrumbada, sentirla lejana y distante, sentirla cambiada por un sentimiento de culpabilidad?
Estoy destruida, me siento profundamente sola, sola sola sola sola, no existe nadie mas en este momento que sea mas importante que tu, y tu ya no estas.

¿Te pregunté tanta veces sobre que sentías?.
Jamás fuiste clara en tus respuestas, hasta ahora que me dices "que culpa tengo yo de no sentir como tu"..."fuiste una egoísta, por que no dejaste en silencio ese amor"...y un montón de frases que me hirieron de muerte.

¿Dime cual es la salida a este puzle?
¿Como puedo salir de esta pena del desamor?
¿Como puedo vivir los días que vienen sintiendo que ya no eres mía?
Dime que ya no quieres que te ame, que no me quieres en tu vida, que todo se quebró, dime que ya no quieres nada de mi, tal vez ahí podré topar fondo y tratar por instinto sobrevivir.

Me gustaria que trataras de ponerte por una vez en mi lugar, mira el vaso como yo lo veo.

******************************

Jamás dije que no te quería en mi vida, jamás dije que no quería nada de ti.
Si tanto me admirabas, si tanto me amabas... ¿Porque no callaste ese amor que sentías por mi?
¿Por que no tuviste paciencia para esperar?
Si algo se quebró fue por  tu  inseguridad de seguir sosteniendo una relación matrimonial con alguien al que nunca amaste. Mantener una mentira cada vez mas profunda, a veces pienso que pudo mas la envidia y tu orgullo  herido que el verdadero amor,  por no ser lo suficientemente honesta con la vida y conmigo.

Esperé toda mi vida por tu amistad. Soñé tanto con tu amistad de amiga, sincera, honesta, cómplice,  una amistad real y verdadera que durara para toda la vida, pero tenías que abrir la boca para decirme que lo tuyo no era amistad, sino amor. 
¿Por que no continuaste con nuestra amistad que era tan hermosa?
¿Por miedo a tu ...?

Aún te amo, amiga.
Aquí, aún en pié.


UtopíasChile





8 jun 2013

"Hubo una vez una mariposa"

Hubo una vez una mariposa que recorría caminos llenos de flores escondidas, lo hacía en silencio, sin que nadie se diera cuenta, hasta que un día llegó a la cima de ese camino. Ese día...

Quiero contarles a través de mis letras este cuento que desconozco quien es el autor.
Leánlo con lentitud, para que puedan comprender cual es el verdadero mensaje.




"La oruguita cansada"

Había una vez una pequeña oruguita que quería subir a un árbol. Arrastrándose duramente quería llegar hasta la copa del árbol. Para ella era una subida muy dura, pero sentía que era lo que tenía que hacer. Con ella, había otra oruguita, ella también tenía que subir a la copa del árbol, esta oruguita dos sentía que debía subir a la copa, pero no entendía el por qué y constantemente dudaba sobre lo que debía hacer, realizando actos que la alejaban de su camino.

Así pasaba que la primera, convencida, segura, sin vergüenza, superaba todos los baches sintiendo que hacía lo correcto. Sin embargo a la segunda, como no sabía lo que hacía, constantemente dudaba, pasaba por los mismos baches sin saber pasarlos, era insegura, adolorida, triste, agotada, miedosa, observaba el suelo, abajo del árbol, y sentía terror por si caía, no entendía el porqué de la subida. Y ¡ay! qué miedos sentía esta oruguita.  La otra oruguita la quería ayudar, la amaba pues era su amiga, e intentaba ayudarla, pero veía que no podía porque hiciese lo que hiciese siempre veía sufrimiento y dolor en su vida.  La subida era igual de difícil, igual de severa y muchas veces parecía que no terminaría nunca. Había dudas. Había problemas graves. Pero incansables, fuertes, se levantaban cada día las oruguitas y emprendían su viaje hacia lo más alto en la copa del árbol. Misioneras de la vida se dejaban conducir por un instinto interno y más fuertes, cada día solventaban todos los problemas.

Iban juntas, aunque se sintiesen separadas y diferentes, sus corazones sabían que era un camino que tenían que realizar juntas. Y así era. Se apoyaban, una abría el camino a la otra y viceversa. Otras veces a una le faltaba el alimento y la otra se lo daba. ¿Se necesitaban en este camino tan duro? No tiene por qué, pero ellas eligieron hacerlo juntas, desde siempre ellas permanecieron como almas unidas. No había duda de este amor verdadero en sus almas.

Así que a nuestra primera oruguita parecía no costarle, parecía que tenía muy claro que ese era su destino, el camino a tomar. Sin embargo a nuestra segunda oruguita le costaba cada día más, sentía que había alguna forma más fácil de subir hasta la copa, incluso pagar para que la llevaran, no podía entender cómo ése era el camino de baches, de cuestas empinadas, era el mas sencillo que tanto le costaba. Reconocía cómo le costaba moverse y cómo le costaba ir arrastrando cada momento todo su cuerpo por el árbol. Sentía que la vida le manchaba, el árbol le ensuciaba su cuerpecito cuando se movía un poco sobre él, y a cada rato, incómoda y cansada tenía que parar a quitarse las cortecitas del árbol pegadas a su cuerpo. No le gustaba tampoco su cuerpo era tosco, incómodo, lento. Ella quería ser el árbol, o ser la copa del árbol. Ella quería ser las cortecitas que se quedaban en el cuerpo de su amiguita oruguita, pues veía que esas cortecitas vivían muy bien, se pegaban a él, a él no le importaban, así que les daba cobijo, les daba calor y encima las subía a la copa del árbol sin problemas.

Nuestra oruguita se sentía francamente mal. Y por más que su amiguita le decía que ya faltaba poco, ella sentía que cada vez faltaba más y más.

Un día llegaron a la cima, imagínate lo que ocurrió. La oruguita primera, nuestra amiga, enseguida empezó a hacer un capullo pequeñito donde meterse más adelante. Un capullo como casita donde sentía que tenía que hacerlo para luego meterse dentro a descansar. Sin embargo la oruguita segunda, nuestra amiguita cansada, se quedó lamentando de todo el dolor de subir todo aquello. Ella sentía que había sido un viaje muy largo, estaba cansada, se sentía mal, y así era, pero se olvidaba cada vez más de ir haciendo su capullito, no comprendía que ya había llegado a la cima.

Al final se quedó sola. Su amiguita metió su cuerpecito en aquel pequeño cobijo que había diseñado y ella aún no había comenzado a hacerlo. Así que empezó a darse prisa a fabricar esa diminuta casita para sí misma. Le costó un buen trabajo, no tanto como subir la cuesta, pero le costó pues tardó tanto en reaccionar que se le hacía tarde. Sentía que era lo que tenía que hacer, pero tampoco entendía por qué se sentía con tantas ganas de entrar dentro de esa casita. Así que puso unos huevitos en la entrada de la casita y entró dentro de aquel pequeño capullito que se había fabricado ella solita. No era un capullo tan grande como el de su amiguita, por que no tuvo tanto tiempo, lo perdió quejándose de todo, además de verse tan cansada que no tenía fuerzas para nada.

Allí permaneció dentro, en silencio, escondida. En el silencio de su capullito comprendió el mensaje de su amiga oruguita, que "nada es para siempre y que la vida es un segundo". Se dio cuenta que todo aquello que había sufrido no había sido tal como ella lo recordaba, simplemente subió un árbol, tal y como todo el mundo hace, pero se centró una y otra vez en los baches y no en el árbol, ni en su amiga que cada día veía más bondadosa, carismática, confiada y cercana. Ella se centraba en que su amiga no era buena, no le ayudaba, pues le pedía que la llevase en sus lomos hasta la cima del árbol, y ahora, en el silencio, comprendía que eso no podía ser. Que ambas tenían que cargar con su cuerpecito.

Vio a su amiga llorando cada día, no por el esfuerzo, sino porque no podía cargar con ella. Y se sintió vencida por la emoción. Tanto tiempo estuvo tan equivocada esperando que ella le respondiese todas sus dudas. Luego se observó a sí misma e igualmente sintió que no había hecho bien. La subida había sido muy dura, igual de dura que cualquier oruguita de las miles que subían la montaña, sin embargo ella estuvo siempre acompañada, guiada, en ningún momento tuvo que pensar hacia donde ir o qué hacer. Su amiguita oruga, le mostró el verdadero camino que ella tomó. Tampoco se encontró perdida, ella lo tuvo muy fácil, pero se sintió constantemente mal, perdida y cansada. Así que mientras algunas oruguitas abrían el camino a otras cientos de oruguitas, ella estuvo todo el tiempo intentando subir ella sola, y aún así se cansó mucho. Comprendió que no sabía, que estuvo con los ojos tapados toda la subida por egoista y mal agradecida. Pero ahora empezaba una vida nueva. Se sentía dentro del capullito llena de paz, de luz. No quería salir de allí pues sentía recogimiento y encontraba sentido a todo lo que le ocurría en su vida.

Volvió a mirar a la oruguita que le mostró el camino, aquella que nació. Y comprendió cuánta belleza había en ella, cuánta voluntad, amor y entrega. Se sorprendió al verse llena de esperanzas, llena de ilusión. Quería decirse a sí misma, justo en ese momento, que el camino sería mucho más duro de lo que pensaba, pero entonces vio que aquella pequeñita oruga que comenzó el camino ya sabía que el camino sería duro, durísimo, sin embargo estaba feliz de vivirlo. Se apresuraba ante todas a comenzar. Y no lograba ver por qué sentía tanta emoción su alma en aquel comienzo, pero comprendió que no importaba, que lo que importaba es que desde el principio ella supo que el camino era ése, que estaba haciendo lo correcto, simplemente que se olvidó de poner el alma en lo que hacía.

De pronto empezó a sentir que el tamaño era inadecuado, cada vez más se sentía incómoda en su capullo y sentía que no había hecho lo correcto, que lo había hecho demasiado pequeño. Otra vez más se dio cuenta que estaba lamentándose, quejándose y esperó. Pensó que sería cosa de su mente que se había acostumbrado a las quejas y continuó un poquito más allí. Al rato de esperar sintió que ya era el momento de salir. Que ya había estado recogida el tiempo suficiente. Entonces salió y vio, primero de todo, sus crías saliendo de sus huevitos, rompiendo sus diminutos cascarones. Se sintió dichosa. Observó después el capullo de su amiga y vio que ya había salido. Intentó mirar donde estaba, pero no vio nada y pensó que no habría ido muy lejos pues ellas, las orugas, son muy lentas, se mueven con mucha torpeza y lentitud.

Pero entonces algo maravilloso vino a posarse ante ella. Era una especie de ave, pequeña,  pero preciosa, con unas alas alargadas, naranjas doradas, con pizquitas blancas y azules, llena de luz. En la mirada de aquel animal tan especial y maravilloso, reconoció a su amiguita que le enseñó el verdadero  camino y ella, tiernamente se le acercó tras reconocer sus errores y le dijo: ahora somos mariposas. Entonces se dio cuenta. Había merecido la pena todo. Se observó a si misma y vio que también podía tener alas, que también podía volar. Soltó sus alas y comprendió que fácil era volar, moverse.

¡Qué fácil era todo ahora!
Comprendió que la vida había sido toda ella un camino hacía este momento de encuentro, de reconocimiento y de despertar. Se sintió dichosa, feliz. Y empezó a moverse rápido. A volar rápido. La otra amiga oruguita la siguió por los valles, por las flores, por el río, anduvo tras ella hasta que agotadas y exhaustas volvieron a la copa del árbol y se acomodaron una junto a la otra:

– ¿Y ahora qué? –le preguntó la oruguita a su amiguita.

– Ahora ya está. Hemos vivido. Hemos logrado vivir una vida plena.

Y la oruguita comprendió que toda su vida tuvo un sentido muchísimo más trascendental del que había estado reconociendo. Y ahora, viven eternamente juntas estas dos mariposas, abrazadas por su eterno amor en un soplido atemporal.


Y este cuento pasó por un zapatito roto para mañana contarte otro.

¿Te gustó?

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Este cuento es un cuento cercano a alguien, muy cercano. Exagerado para que veas, no el detalle, sino la tendencia que hasta ahora has seguido.

Un día llegaste a un camino, tus ojos brillaron de emoción, entonces se empezó a iluminar tu oscuridad.
Hoy, ahora, empiezas a vislumbrar la copa del árbol, y a comprender que subir hasta ella es un sacrificio de un día para otro. Es un sacrificio duro, agotador. Ves a orugas que se quedan por el camino y otras que deciden no subir hasta la cima.

¿Qué es lo correcto?
Solo tú puedes decidir lo que quieres hacer, pues internamente, todo es correcto. El paso que des desde el corazón, es justo el que hay que dar. El paso que des desde el miedo, el orgullo, el rencor es equivocado.
Te invito a subir y observar las vistas que desde arriba del árbol se pueden ver.
Te invito a sentir el aire de la cima por unos momentos en este mensaje, y luego tú decides.

La paz, la quietud, la tranquilidad y el infinito amor por las cosas sencillas. La vida que traias era una vida vacía. No importa si renuevas tus alas, si logras llegar a la cima, si decides hacer tu capullo en una rama cercana. Importa que sepas encontrar el sentido a la vida, que comprendas que ante todo que la vida hay que vivirla plenamente. El amor no viene tras la cima, ni tras el capullo, sino tras la eliminación de todas las dudas, rencores y miedos. No tengas temor de estar conmigo en la cima.

No es más que el ego el que no te permite descubrir el gran amor que hay en tu corazón. Es el miedo aquel obstáculo que no te deja ver cuánto la amas. Pero dime, si hoy no reconoces a tu amada alma gemela, que ante ti camina día tras día, incansable y empujándote, ¿cómo esperas reconocer el amor en otro ser?
El reconocimiento no traerá la dicha, pero sí el dejar atrás miedos, rencores y dudas traerá a tu vida la luz necesaria para no dudar el camino.

Muchas dudas te asaltan ahora. Obsérvate desde el comienzo, tu vida estaba llena de baches,, no tenías esperanzas, todo era negro, sin color, tus días eran vacíos, grises, y sin sol.
¿Y porqué esperaste tanto para cambiar tu vida?.
¿Tenía que llegar la mariposa de los caminos para que te dieras cuenta cual era el tuyo?
Tienes fortaleza por que esa alma camina a tu lado, te ve fuerte, incansable y entregada, llena de luz. Esa alma esta contigo cada momento de tu vida y no se detiene ante tus dudas, en silencio te acompaña. ¿la sientes?

Las almas gemelas, no son temporales ni limitadas como los cuerpos humanos ni como las conciencias humanas, son libres, pueden volar e ir de un lugar a otro. La elegiste para vivir a tu lado y es dichosa de encontrar en ti el amor puro que le ofreciste. Te enseñó el camino de tu corazón que es infinito, no está limitado y que hay amor eterno en tu vida, simplemente que ahora, hoy, no es un buen momento para reconocerlo. Ella sabrá esperar. No te centres en lo banal, céntrate en lo interno. A través del corazón todo tiene luz.

Respira un momento este momento. Respira esta energía de luz.

Una energía llena de entendimiento, de paz. Está aquí contigo. A tu lado. Nunca se fue, ni se apartó de ti, no, lo mandó  por “correo” pues no quería perderse ni un segundo de tu vida. Siempre anduvo a tu lado y no se moverá de ahí hasta que llegue el momento de partir, y ni aún así entonces, pues estará también a tu lado acompañándote en todo momento, igual que tú haces con ella.  Esta vida es una vida de sacrificios pues es una vida de búsqueda de  fe y  comprensión. Las  separa una línea muy fina, una línea que no les permite verse.  Las dudas son miedos que ocultan el corazón y el verdadero sentido de la misión de la vida.
El amor es eterno y no importa quién esté a tu lado. Podrás estar rodeada de cientos de personas, pero a ninguna  las sentirás como lo haces con ella.
Cuando abres el corazón amas eternamente. Si eliges hoy cerrar los ojos ante tus sentimientos por una búsqueda de algo más material, no encontrarás amor, sino emociones, densidad emocional. Pasiones.

¿Buscas pasiones o buscas amor?
Has de definir estos conceptos en tu vida una vez más. Las almas están en una búsqueda de amor. No de pasión. Y en esta búsqueda están eliminando de sus vida las pasiones, las dudas, los miedos. Ambas buscan lo mismo.

Su alma está junto a ti.
Su mente dormida puede no entender, puede no querer, puede no reconocer, pero también es parte de su ser y te adora. Y ante todo y en todo momento daría toda su vida por poder estar un solo momento junto a la tuya, amándote.

Esa es su misión.

La vida es una subida incansable hacia el reconocimiento interior. Estás llegando, poco a poco, no te apures por lo que hayas hecho bien o mal, ya lo hiciste, era lo correcto, según tu, pero hubo veces que te equivocaste.
Ámate a ti misma para que puedas verla a través de  sus ojos transparentes.

Que a pesar de todo son almas iguales, idénticas, que permanecemos unidas. Sabes también que, exteriormente, son dos almas dormidas, cansadas y que no se reconocen pues ni siquiera se ven a ustedes  mismas. Ten fe, ten calma y avanza sin lamentarte.

Gracias por este mensaje de amor y esperen que pronto les llegará la claridad para poder verse en el día a día.
El rencor solo las hace ser un ser vacío e insignificante.

Espero que tanto sacrificio en ambas, haya valido la pena.






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